Choqueiro
de Redondela según Martínez Crespo.
|
Redondela
En Redondela, la tradición popular
atribuye la instauración de la procesión a la iniciativa de un fraile
franciscano del convento de San Simón. No se conserva documentación
medieval que lo pruebe pero la pervivencia en el Corpus actual de la
villa de elementos como la Coca, las penlas o la danza de espadas, que
como hemos visto acompañaban a la procesión en las villas gallegas y
portuguesas en los siglos XV y XVI, autoriza a pensar en un origen
tardomedieval para el Corpus redondelano, origen que se ve confirmado
por la existencia de algunos documentos del siglo XVII en los que se
hace referencia a la antigüedad de la fiesta y se menciona la danza de
espadas de los marineros.
Dos son los elementos del Corpus redondelano que más han
atraído la atención de investigadores y curiosos por su carácter de
supervivencia medieval: la
Coca, hoy desligada de la
procesión y objeto de fiesta independiente (Festa da Coca), y la
danza de las penlas –en la actualidad dos-, niñas vestidas
con encajes y tules blancos que bailan y hacen reverencias al Santísimo
subidas a hombros de las burras, panaderas de la villa aunque, según la
tradición, antaño se encargaban de la tarea las panaderas del vecino Porriño que acudían con su pan al mercado de Redondela. Hasta el siglo
XVIII parece que las penlas actuaban tanto dentro de la iglesia, durante
la misa, como en la procesión, pero en la actualidad se limitan a
participar en el recorrido urbano.
En cuanto a la Coca, sólo hay noticias de ella desde
finales del XVIII aunque debe de ser anterior. En el XIX era un dragón
de tela marrón rugosa con manchas verdes como las pintas de un sapo (así
la describe Neira de Cancela y aparece en una fotografía publicada en
1897 en Galicia Moderna). En 1944 se pintó de verde con
escamas de bordes blancos, y su aspecto actual (verde con escamas de
bordes negros) lo adquirió tras una restauración en la primera década
del siglo XXI. La
cabeza, sin embargo, es anterior, igual a la que aparece en fotografías
de los años 20 con su mandíbula articulada, sus dientes de pasta blanca
y los ojos de cristal rojo. No tiene ya, sin embargo, el mecanismo que
según algunos testimonios le permitía alargar y encoger el cuello para
coger comida y golosinas, mecanismo que mantuvo hasta los años 30.
Antiguamente se representaba en el campo del
convento de las justinianas de Vilavella el combate entre la Coca-Dragón
y San Jorge, escenificación todavía viva en Monçao (Portugal) que cuenta con
paralelos en otras zonas de Europa desde el siglo XIV, y en Galicia al
menos desde el XVI en Santiago, Betanzos, Baiona, Ribadavia, Ourense...
En ella también bailaban las penlas y más tarde fue acompañada de
representaciones de Autos Sacramentales como los de las restantes villas
gallegas.
Hasta el siglo XIX
pervivió en la procesión la escena de A gabacha en la que la Coca se abalanzaba contra la
Virgen siendo ahuyentada por los portantes armados de palos que la
golpeaban hasta que reculaba y huía, y hace pocas décadas que
desapareció la figura gigantesca de San Cristóbal
que, llevada en andas,
precedía a la procesión parando en calles y plazas para que los niños
enfermos de raquitismo pasasen por debajo de sus piernas rogando la
curación. Quedan de ella testimonios gráficos del fotógrafo Pacheco y
existen paralelos por toda Europa desde el siglo XIV (Reus, Marsella,
Benavente...), siendo especialmente frecuentes en tierras portuguesas,
sobre todo en la zona miñota donde están documentados desde 1482 aunque
eran algo anteriores
.
De principios del
siglo XVII son las primeras noticias sobre la presencia
del céntulo y el choqueiro en las procesiones de Redondela.
Al parecer en origen eran un cortejo de 7 u 8 sentulos a los que
se denominaba también fenos, diablillos y diabletes, que en el
siglo XIX eran ya solo dos, convertidos en Mayordomos de la Coca.
Su nombre puede hacer referencia a latín centunculus (ropa
remendada de varios colores), o centoculos (que tiene cien ojos).
En el siglo XVII consta que levaban máscaras y ropas estrafalarias y que
el papel se heredaba, casi por obligación, de padres a hijos. La
denominación choqueiro alude sin duda a que llevaba chocas,
cencerros de metal que sonaban cuando corrían, voz que es frecuente en
Galicia (A Coruña, comarca do Salnés, Pontevedra...) para referirse a
máscaras de carnaval desharrapadas y con esquilas, cascabeles o cencerros
.
Por lo que respecta a las alfombras de flores,
tan características del Corpus actual de la villa, sólo hay noticias de
ellas desde 1950, primero compuestas simplemente de espadañas y flores
extendidas por las calles y con diseño artístico desde 1965. Mayor
antigüedad tienen los
gigantes, documentados desde el siglo XIX aunque
sin duda su origen es también anterior.
|
La coca de Redondela en 1897, foto
en la revista Galicia Moderna.
La Coca de Redondela hacia 1925
Foto Saturno Cal.
La coca de Redondela y los
Gigantones hacia 1940. Foto Avelino Cal.
|